Desde tiempos inmemorables se establecieron en Sefarad los primeros judíos que según el ilustre humanista y hebraísta Benito Arias Montano, (1527-1598) llegaron con sus parientes los fenicios. Luego el exilio a Babilonia, la posterior rebelión contra Roma y la destrucción del Santo Templo (Beit Hamikdash), obligaría al destierro a gran parte de la Tribu de Juda trasladándola a lo último del imperio: Hispania.
"Con el paso de los siglos se logró una aceptable integración de la Tribu de Juda en Sefarad..."
Con el paso de los siglos se logró una aceptable integración de la Tribu de Juda en Sefarad, constituyeron diferentes e importantes juderías, ganando relevancia en Toledoth (Generaciones) el centro de principal de la cristiandad. Igualmente aparecen en la llamada Raya de Portugal y España, Galicia, Zamora, Sevilla, Cataluña, Burgos, León, Asturias, Segovia y Ávila por nombrar algunas, importantes e influyentes comunidades que aportaron a la Península un lustre de cultura, progreso y convivencia, claro está, con los matices y difíciles periodos que ha registrado la historia de la humanidad. Finalmente, es conocido por todos que las intrigas de la época, el poder y la intolerancia religiosa logran establecer la expulsión de muchos, que al no aceptar la conversión forzada y el rechazo a sus creencias, optan por salir de su amada Sefarad tras el Decreto de Expulsión en 1492.
Un Largo Camino
Los Sefarditas ahora esparcidos pasan a la Sefarad portuguesa de donde son también expulsados cerca de las fiestas de Janucá, un cinco de diciembre de 1496. Importantes familias se establecen en Holanda, África, las Antillas, Georgia, New Ámsterdam y Brasil. Participan sus descendientes posteriormente en la independencia de Jamaica, las Antillas, Estados Unidos y finalmente la España de Ultramar en toda Iberoamérica.
Siglos después en el 2015, la antigua Sefarad (España y Portugal) hacen conjuntamente un acto histórico de restitución a los descendientes de esos judíos de Sefarad, los mismos que por siglos guardaron en su corazón por generaciones, recuerdos también gratos, costumbres, tradiciones y lengua, de aquella Heredad que los siglos no han borrado y que aún conservan en la amada Sefarad.